Un "agradable" paseo

Sabía que me había metido en el territorio de un dragón, pero no me importaba demasiado, mientras el dragón no me viera, no tendría problemas, además, estaba muerto de hambre, por lo que si me veía y conseguía matarlo, podría tener carne de dragón. Todavía en el territorio del dragón, vi un río y me acerqué, con un poco de suerte, podría pescar algún pez.
Cogí un palo y una piedra, afilé la piedra con la ayuda de otra y saqué un poco de cuerda de mi mochila, atando la piedra al palo como buenamente pude. Me arremangué los pantalones y me descalcé, metiéndome en el agua, puse la "lanza" en alto y esperé, inmóvil. En cuanto pasó un pez, bajé la lanza rápidamente, clavándola en el pez y saqué a este del agua, dejándolo dentro de mi bolsa de viaje para evitar que se escapase. Repetí el mismo proceso cinco veces y me dispuse a encender un fuego para asar los peces, mal hecho.
Cuando ya el fuego ardía, oí un rugido -porras, debe de haber visto la columna de humo- pensé, me transformé en mi forma demonio y me tragué los peces crudos, para luego apagar el fuego de un coletazo y recibir el rugido con un furioso siseo. Entonces vi al dragón, era de un color rojo escarlata, con unos mortíferos cuernos y grandes alas membranosas, hermoso pero peligroso, como todos los dragones.
Mi cuerpo comenzó a vibrar, en tensión, cuando el dragón ataco, hice un elegante quiebro y lo esquivé, alzando el vuelo, desde el aire le dediqué otro furioso siseo, retándolo, el dragón exhaló su fuego, el cual esquivé con un elegante rizo y me lancé por el, con mis fauces abiertas, mostrando mis colmillos. El dragón alzó el vuelo y yo me dispuse a seguirle, acosándonos mutuamente, atacándonos, el con fuego y garras, yo tratando de enrollar mi cuerpo alrededor del suyo y tratando de buscar algún punto débil entre sus escamas, para así morderle, en una encarnizada pelea.